Formas de violencia contra las adolescencias

Cuando hablamos de formas de violencia contra las adolescencias, siguiendo la Observación General N.º 13 del Comité de los Derechos de la Infancia (en adelante OG13), entendemos que se trata de todas aquellas violencias que puedan sufrir a manos adultas, a manos de otras niñas, niños y adolescentes, o incluso aquélla que por encontrarse en contextos que no les protegen de manera adecuada, les llevan a autolesionarse.

• Se retoma lo contenido en la OG13, porque dicha observación desarrolla lo mandatado por la Convención sobre los Derechos del Niño en su artículo 19, en el que se indica que...

  1. Los Estados Partes adoptarán todas las medidas legislativas, administrativas, sociales y educativas apropiadas para proteger al niño contra toda forma de perjuicio o abuso físico o mental, descuido o trato negligente, malos tratos o explotación, incluido el abuso sexual, mientras el niño se encuentre bajo la custodia de los padres, de un representante legal o de cualquier otra persona que lo tenga a su cargo.

  2. Esas medidas de protección deberían comprender, según corresponda, procedimientos eficaces para el establecimiento de programas sociales con objeto de proporcionar la asistencia necesaria al niño y a quienes cuidan de él, así como para otras formas de prevención y para la identificación, notificación, remisión a una institución, investigación, tratamiento y observación ulterior de los casos antes descritos de malos tratos al niño y, según corresponda, la intervención judicial.

Esquema


Por lo anterior, a la hora de crear políticas públicas, diseñar y ejecutar programas o interactuar de manera directa con las y los adolescentes, resulta útil revisar las distintas formas de violencia que pueden existir contra las adolescencias. A continuación, aparecen algunas de las formas de violencia contenidas en la Observación General N.º 13

Prácticas perjudiciales

Se trata de conductas que atentan contra la integridad física o emocional de las y los adolescentes, que son justificadas o aceptadas por creencias y/o prácticas culturales específicas; es decir, aunque se trata de conductas violentas contra las adolescentes, no se perciben como tales, porque el contexto cultural las considera apropiadas.


Por ejemplo, ritos iniciáticos, alimentación forzada, pruebas de virginidad, matrimonio forzado, delitos de honor, represalias o venganzas entre grupos, acusaciones de brujería o exorcismos, entre otros usos y costumbres que atenten contra el desarrollo psicosexual de las adolescencias.


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